El ajedrez, uno de sus símbolos más queridos, contamina zonas importantes de la obra de Jorge Luis Borges. En ocasiones se trata de un mero juego de referencias eruditas, pero también actúa como clave metafísica donde se agavillan varios temas recurrentes (el sueño dentro del sueño, el tiempo cíclico, el rigor adamantino de una ley universal...), sin olvidar su propia biografía. En este artículo se indaga el particular ajedrecismo metafísico borgesiano a partir de dos sonetos pródigos en rasgos intertextuales, signos -espejos y pozos- de su rica textura. Uno de los hilos de la trama es Jeyyam y su llamada al goce de la vida, a través de dos o tres motivos (somos juguetes del Destino, la tristeza de haber nacido, todo es perecedero...).